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  • Foto del escritorRaúl Guzmán González

REFLEXIONES A LA ORILLA DEL LAGO SOCHAGOTA

Actualizado: 6 ene


Comenzar un nuevo año en gracia de amor maduro, cuando la edad ya es atemporal, porque hemos decidido ser la estación que nos señale el corazón, es una manera psicológica de renacer con la agenda dispuesta a lo inesperado del sentir poetizante, que a veces nos trae el regalo del asombro y nos deja un sabor delicioso para disfrutar con el sexto sentido, a quien se le revela el instante integrador de ser con el paisaje y el pensar contemplativo, un solo cuerpo. Éste sentimiento me embriagó de paz y estuvo acompañado de uno de mis libros más queridos: "Morada al sur" de Aurelio Arturo. Transcribo aquí, un fragmento con el “Clima” de los versos que invitan a crear un país imaginado por el poeta en su convivencia con la palabra visionaria y cálida:


"Este verde poema, hoja por hoja,

lo mece un viento fértil, suroeste;

este poema es un país que sueña,

nube de luz y brisa de hojas verdes".

 

Si por sueño comprendemos mantener vivos los ideales de cambio y no desfallecer en la búsqueda de mejores posibilidades de vida para todos los que habitamos éste territorio, procuremos que Colombia, siga siendo un país que sueña colectivamente con hombres y mujeres realmente comprometidos con una ciudadanía activa y cuya actividad vaya más allá de ir a las urnas a elegir gobernantes para el poder ejecutivo, miembros de cuerpos colegiados y gritar con fuerza patriotera los goles en los partidos de fútbol.

 

Seamos un país que sueña, pero que ese sueño cuide nuestro medio ambiente, cada hogar, cada espacio público y que la Constitución Política no sea una reliquia inalcanzable. Seamos un país que sueña, pero de sueños transformados en praxis, en arte, en ciencia, en alimentación consciente, en derecho al disenso, en justicia y equidad, en salud sin intermediarios, en valoración de la cultura en todas sus expresiones, en derecho a la paz y a la felicidad.

 

El año 2024 ya entró a nuestras vidas y avanza sobre la senda de los primeros días de enero con sus buenos propósitos de cambio y una esperanza que escondemos en el cofre más secreto de nuestra psique. Tal vez allí descansa el poema que todavía no he escrito, la palabra precisa que aún no la he pronunciado a mi hijo ni a mi hija, el beso que guarda todos los besos para ella, la de las manos con alas y memoria.


Desde el 30 de diciembre hasta los primeros días de enero he estado con los ojos puestos en el lago Sochagota de Paipa Boyacá y sus montañas. Toda una diversidad de verdes y cielo despejado que gozo desde el amanecer con un clima ideal para refrescar el pensamiento. Nada más reconfortante que despertar con los primeros rayos tímidos del sol que ofrece el alba y sus flores rozadas por un viento suave y cómplice, acariciador del rostro.


Pronto retomaré los caminos elegidos en mi sueño de país, volverá a llenarse la agenda de PAFMI – Pedagogías y Terapias de afecto e imaginación con sus asesorías en políticas públicas de primera infancia a los jardines privados, volverán los encuentros con comunidades educativas de jardines, colegios y universidades, promoviendo el valor del afecto y la imaginación en todos los procesos educativos.


Regresa la Editorial 89079 con sus antiguos y nuevos escritores preparándonos para la Filbo 2024, de igual manera, con la campaña de lectura ¡Libro, levántate y anda!, con Poesíalapaz y el nuevo Centro de Pensamiento Poético El Árbol de la Vida. Vuelve la Corporación Eudaimonía postulándose para participar en el V Congreso Internacional de Ética, ciencia y educación.


Todo se mueve y muchas cosas cambian, pero también hay inamovibles poéticos que se resisten a morir y son visitados de vez en cuando por un viento fértil que alimenta al sueño permitiéndole crecer y fortalecerse, ese sueño en mi biografía tiene nombres: "Estrella del alba", "Las huellas de la esperanza", no son en esencia poemarios, cada uno de ellos es una existencia que se despliega y se oculta en palabras pensadas y escritas una y otra vez, porque en esa vuelta sobre lo mismo aparece en cualquier momento el salto cuántico que mi alma llama y si no llega me sana y me libera del peso del ser, dejándome liviano y en esencia eterno.




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