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Foto del escritorRaúl Guzmán González

EL POR QUÉ DE LA FILOSOFÍA COMO PRÁCTICA DE HUMANIZACIÓN

Actualizado: 26 nov 2021


A propósito del Día Mundial de la Filosofía, ella con sus construcciones conceptuales y experiencia, a veces actúa como ciencia, otras como arte y en muchas oportunidades fusiona al arte y a la ciencia en la vida cotidiana.


Por otra parte, es importante señalar que la filosofía permanentemente entra en diálogo consigo misma y de saberes, para analizar los diferentes desafíos de la sociedad actual, entre ellos, el lograr que la articulación de la razón y la imaginación contribuyan a recuperar el alma del ser humano contemporáneo, que se extravió en el mar de la información y del consumo.


Otro de esos grandes retos consiste en contribuir a crear espacios de humanización, porque la sociedad actual ausente de sentido, se encuentra profundamente divorciada de sus raíces ontológicas. El ser ya no camina por las calles de la existencia consciente.


En tiempos antiguos la filosofía fue una práctica y un estilo de vida inspirador que propiciaba un estado de gozo por el aprendizaje, se le consideraba una fuente autorizada de amor por la sabiduría y una forma integradora de comprender al ser humano en el universo que habita.


Los primeros filósofos en oriente y occidente se dedicaron a vivir explorando la naturaleza, a través de la contemplación, el diálogo y la formulación de preguntas, descubriendo su origen y estableciendo relaciones entre el microcosmos y el macrocosmos, de igual manera, indagando por la condición de ser hombre y pertenecer a un territorio.


En la actualidad es hora de retomar esa dirección para la filosofía, fortaleciendo los actuales programas académicos. Especialmente celebro, a los que se orientan por una visión holística y que pretenden democratizar el conocimiento. Esta perspectiva es teoría unida a la práctica, y no se reduce a un lenguaje e historia muerta que interpreta a ciertos autores.


Los profesionales y licenciados en filosofía debemos integrarnos, además del mundo académico, a diversos espacios de la investigación y aquellos propios para el crecimiento de los programas de desarrollo humano, del diseño de políticas públicas, y de diálogo con las ciencias, las religiones, la literatura, la tecnología, el arte, la empresa, la salud, la educación y de todas las posibilidades temáticas que convocan la participación del filósofo. Considero que la filosofía conserva la fuerza que la creó, solo que se mantiene dormida esperando que la despertemos.


¿Quién desea acompañar a ese despertar? ¿Lo harán los filósofos puros, los licenciados en filosofía, los profesionales de otras disciplinas, incluso distintas a las ciencias humanas y sociales o aquellos ciudadanos del mundo con mente abierta? ¿Será posible que surjan entusiastas de todas las ocupaciones dispuestos a promulgar el renacer de la filosofía en lugares distintos a las aulas de clase?


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