Por Raúl Guzmán González
El diálogo es esencial en la vida humana y en la convivencia, gracias a él nos hemos desarrollado como especie y nos podemos comunicar unos a otros. Sin embargo en el mundo contemporáneo, cuando paradójicamente los medios para relacionarnos son tan diversos, al parecer estamos rodeados de abismos internos que nos impiden dialogar.
Dialogar exige una atención extraordinaria para descifrar en el lenguaje aquello que deseamos develar. Por lo tanto requiere, desentrañar en las palabras el sentido y detenernos cuidadosamente a interpretar.
A manera de fundamentación filosófica, podemos decir que en la perspectiva existencial de Heidegger, “el habla no es un instrumento” (Heidegger 2001: 133), sino que forma parte del ser mismo del hombre, porque gracias a la palabra, tenemos historia y somos historia, en ella queda plasmada nuestra vida con sus aciertos y desaciertos, con los triunfos y las derrotas, con el dolor y la alegría, con los encuentros y los desencuentros, y es en la relación con el otro que forjamos nuestra construcción del mundo. Nos dice Heidegger: ..El habla es el medio para llegar uno al otro (Heidegger 2001: 134) y Hölderlin manifiesta: “Desde que somos un diálogo y podemos oír unos de otros” (Heidegger 2001: 134), tales afirmaciones llenas de sentido, las interpretamos diciendo que la palabra humaniza la existencia, es creadora y destructora de universos posibles. Así el lenguaje se ubica en el centro del ser humano, permitiendo que fluya la comunicación y es tan necesario en la realidad del ser que sin este se dificulta la vida, obstruyéndose el entendimiento. Al respecto nos dice Gadamer:: “Todo lo humano debemos hacerlo pasar por el lenguaje”. (Gadamer: 1998: 152) y por lo tanto el entendimiento entre los hombres es un problema lingüístico complejo porque las palabras entre otros aspectos, por más que posean un significado específico, no tienen un sentido unívoco, sino una gama semántica bastante amplia, y por tal razón esa gran amplitud se convierte en lo fluctuante característico del habla, porque sólo en el ejercicio del habla, mediante la creación de un contexto lingüístico, se puede fijar el significado de un discurso.
Referencias bibliográficas
Gadamer, Hans-Gadamer (1998). Verdad y método. Salamanca. Ediciones Sígueme.
Heidegger, Martin. (2001). Arte y poesía. México. Fondo de Cultura Económica.
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